Joan Margarit es poeta, aunque se ha ganado las judías como arquitecto. Nació en 1938 en Sanaüja, un pequeño pueblo catalán donde sus padres huían de los turmentos de la guerra. Es una de las figuras importantes de la poesía catalana actual. Recibió en 2008 el Premio Nacional de Poesía, otorgado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de España por Casa de Misericòrdia.
La pobreza del franquismo, el frío, la arquitectura del desarrollismo y una visión introspectiva y reflexiva acerca de los cambios bruscos del crecimiento urbanístico son parte de Petita escola en un suburbi (Pequeña escuela en un suburbio). Con una pregunta que creo que es la principal: ¿a qué precio hemos pagado el progreso?
PETITA ESCOLA EN UN SUBURBI
Llavors era un infant i això era un poble.
Carros tirats per mules esperaven
amb la llanterna encesa
en el pas a nivell abans de l'alba.
Ara recorda el glaç del safareig
i aquesta mateixa aula amb llum d'hivern
els pupitres com barques amarrades
al voltant de l'estufa.
Preferia els finestrals
amb el cel com un pàl·lid iceberg
i els gats per les teulades. No sabia
que sempre buscaria les finestres
per fugir de penombres amb retrats
—llavors, en blanc i negre, dos feixistes.
El seu cor és encara la pilota
de draps i de cordills rodant pel fang
les fredes espardenyes de la pluja.
Com un toll d'aigua bruta la ciutat
va envair el poble.
Miserables semàfors de suburbi
i blocs de pisos de color de rata
s'han reflectit trenta anys en aquests vidres.
Cap infant no du els peus mullats de pluja
cap estufa de ferro no fa fum
no hi ha llòbreg retrat de cap feixista.
Uns altres nens l'envolten: són més nets
van ben vestits, riuen més que ell no reia.
Li pregunten pels versos que els llegeix:
són poemes que parlen d'una escola,
d'un poble fosc a l'alba, d'unes vinyes.
¿Què és una vinya? La pregunta ve
d'una cara perplexa que se'l mira
amb els ulls vius i nítids. Queda mut
i busca els finestrals ja sense el cel:
al final del carrer hi veu un infant
que s'allunya saltant sobre els bassals.
De sobte és ell qui sent els peus mullats
i somriu i la imatge del demà
passa i es perd carrers enllà
de la petita escola del suburbi.
Este poema pertenece a Els motius del llop, publicado el año 1993, una época de madurez de Margarit. De hecho, el poema refleja una trayectoria vital extensa. Debemos tener en cuenta que Joan Margarit, además de poeta, es arquitecto, y ha vivido la infancia en pequeñas ciudades como Rubí o Girona.
El tema principal del poema es el cambio que sufre una población a lo largo del tiempo, que se convierte de un pequeño pueblo a una gran ciudad. Este cambio, sin embargo, provoca unos cambios que degradan el pueblo y le quitan la personalidad. El paso del tiempo que lo degrada todo domina el paisaje del poema.
El poema nos presenta dos partes bien diferenciadas, dos estrofas claramente delimitadas. En la primera parte, el yo poeta está en un aula de la escuela de la que fue alumno con una mirada retrospectiva. Recuerda su infancia en un pueblo pequeño que mantenía una serie de características propias, que tenía una escuela donde estudiaba un niño (él mismo) que era oscura y fría, símbolo de la represión presidida por los dos fascistas en blanco y negro, que son Franco y José Antonio Primo de Rivera. Sin embargo, el niño es lo suficientemente inocente y «no sabía» que pasaría en hacerse mayor: los años en que «huir de penumbras» de los retratos franquistas; del antifranquismo y la búsqueda de la libertad.
En una segunda parte, hay un contraste temático notable: hay unos cambios en aquel pueblo que lo hacen cambiar, unos semáforos, distintivo indiscutible de la ciudad y de la pérdida de serenidad y unos pisos de color de rata, feos, una crítica mordaz arquitectura de la época [del desarrollismo?]-recordemos que Margarit es arquitecto-, si bien estos cambios son, en mayor o menor grado, positivos: «Ningún niño no lleva los pies mojados [...] son más limpios, van bien vestidos, se ríen más que él no se reía », ya se ha terminado la dictadura, etc. parece que hay progreso, pero a costa de la naturaleza: los niños de ahora ya no saben qué es una vid. Juro que esta parrafada no la va leer ni Dios, pero si alguien, no obstante, la lee e intercepta esto, que lo indique en un comentario. Hay premio. Creo que el poeta reflexiona y nos pide qué precio hemos pagado por el progreso actual, que tal vez vivimos mejor que ahora, en la ciudad, pero hemos perdido la personalidad del pueblo y los conocimientos de la naturaleza. Con todo, el yo poeta sigue identificándose con su propia infancia, que para él, aún está vivo.
En la vertiente formal, Margarit compone unos versos libres, sin rima y sin estructura fijada, aunque predominan los decasílabos. Estos versos se agrupan con dos estrofas (17 y 23 versos) con características propias. El primero presenta verbos pretéritos, con la intención de marcar tiempo pasado y la retrospección; en la segunda parte, todos los verbos están en presente, para explicar hechos actuales. El contraste pasado-presente es el rasgo más significativo del poema y lo que el autor ha querido resaltar
En cuanto a los recursos estilísticos, los hay de toda clase. Yo he detectado una comparación «como un charco de agua sucia» (18), una metáfora, en que el corazón del poeta = pelota de trapos y cordeles (elemento irreal = elemento real), una aliteración «antes del alba»(4) y un polisíndeton (38-40).
El tema principal del poema es el cambio que sufre una población a lo largo del tiempo, que se convierte de un pequeño pueblo a una gran ciudad. Este cambio, sin embargo, provoca unos cambios que degradan el pueblo y le quitan la personalidad. El paso del tiempo que lo degrada todo domina el paisaje del poema.
El poema nos presenta dos partes bien diferenciadas, dos estrofas claramente delimitadas. En la primera parte, el yo poeta está en un aula de la escuela de la que fue alumno con una mirada retrospectiva. Recuerda su infancia en un pueblo pequeño que mantenía una serie de características propias, que tenía una escuela donde estudiaba un niño (él mismo) que era oscura y fría, símbolo de la represión presidida por los dos fascistas en blanco y negro, que son Franco y José Antonio Primo de Rivera. Sin embargo, el niño es lo suficientemente inocente y «no sabía» que pasaría en hacerse mayor: los años en que «huir de penumbras» de los retratos franquistas; del antifranquismo y la búsqueda de la libertad.
En una segunda parte, hay un contraste temático notable: hay unos cambios en aquel pueblo que lo hacen cambiar, unos semáforos, distintivo indiscutible de la ciudad y de la pérdida de serenidad y unos pisos de color de rata, feos, una crítica mordaz arquitectura de la época [del desarrollismo?]-recordemos que Margarit es arquitecto-, si bien estos cambios son, en mayor o menor grado, positivos: «Ningún niño no lleva los pies mojados [...] son más limpios, van bien vestidos, se ríen más que él no se reía », ya se ha terminado la dictadura, etc. parece que hay progreso, pero a costa de la naturaleza: los niños de ahora ya no saben qué es una vid. Juro que esta parrafada no la va leer ni Dios, pero si alguien, no obstante, la lee e intercepta esto, que lo indique en un comentario. Hay premio. Creo que el poeta reflexiona y nos pide qué precio hemos pagado por el progreso actual, que tal vez vivimos mejor que ahora, en la ciudad, pero hemos perdido la personalidad del pueblo y los conocimientos de la naturaleza. Con todo, el yo poeta sigue identificándose con su propia infancia, que para él, aún está vivo.
En la vertiente formal, Margarit compone unos versos libres, sin rima y sin estructura fijada, aunque predominan los decasílabos. Estos versos se agrupan con dos estrofas (17 y 23 versos) con características propias. El primero presenta verbos pretéritos, con la intención de marcar tiempo pasado y la retrospección; en la segunda parte, todos los verbos están en presente, para explicar hechos actuales. El contraste pasado-presente es el rasgo más significativo del poema y lo que el autor ha querido resaltar
En cuanto a los recursos estilísticos, los hay de toda clase. Yo he detectado una comparación «como un charco de agua sucia» (18), una metáfora, en que el corazón del poeta = pelota de trapos y cordeles (elemento irreal = elemento real), una aliteración «antes del alba»(4) y un polisíndeton (38-40).
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